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Es cierto, con el puro hecho de que se aprueben las candidaturas ciudadanas no significa que automáticamente todos los problemas de México se resolverán. Simplemente significaría un (aparentemente pequeño) cambio en la constitución que permitiría a cualquier ciudadan@ votar y ser votad@ sin la necesidad de pertenecer o ser postulad@ a través de un partido político.
Sin embargo no debemos menospreciar el potencial que tendría dicho cambio, ya que otorgaría a la población el poder y la libertad de poner al frente de las instituciones a ciudadan@s, según el criterio de cada comunidad, en vez de la clase de políticos a los cuales los partidos nos tienen acostumbrados y de los cuales tod@s estamos hart@s.
Pero para que esto funcione; para que l@s candidat@s que salgan del pueblo en realidad nos representen, será indispensable que las comunidades se organicen, se reúnan, dialoguen y se pongan de acuerdo, y decidan por ellas mismas quienes son l@s más apt@s para desempeñar los cargos de representación ciudadana.
Es obvio: un gobierno democrático tan sólo puede surgir de una sociedad democrática, y una sociedad democrática es por naturaleza una sociedad participativa.
La colosal lucha por transformar nuestra sociedad políticamente apática en una sociedad participativa es nuestra máxima prioridad, y debe batirse paralelamente a nuestro reclamo por que se nos devuelva nuestro legítimo derecho de escoger a nuestr@s gobernantes sin importar si pertenecen o no a un partido político.
Debemos comenzar a estructurarnos como sociedad, aun cuando los actuales gobernantes no reconozcan la oficialidad de nuestra organización. Empezando por nuestras familias y continuar con nuestr@s vecin@s, llevando a cabo y participando en juntas de colonos, y nombrando representantes que interactúen con aquellos de otras colonias o barrios para llegar a definir prioridades y acuerdos. De esta manera cuando se presenten elecciones, la sociedad estará preparada para elegir candidat@s con una verdadera base popular que garantice el triunfo en las urnas.
No es lógico que el cambio comience con el triunfo de una candidatura independiente a la Presidencia de la República; y si esto llegara a suceder deberíamos de desconfiar, ya que podría no significar más que una ilusión, una trampa disfrazada de democracia.
El cambio verdadero se dará de abajo a arriba, comenzando elecciones democráticas en comunidades y barrios, para continuar con triunfos en juntas locales y ayuntamientos. Posteriormente se conquistarán asambleas y gubernaturas estatales. Y cuando la estructura democrática se haya solidificado será incontenible, y llegará la victoria del pueblo a la presidencia y en el congreso federal.
El poder político en una democracia descansa sobre cada uno de sus miembros, cuyos votos tienen el mismo valor, sin importar si uno está en la base o en la cima de la estructura gubernamental. Esta es La Pirámide de la Democracia, que debemos empezar a construir si es que queremos llegar algún día a contar con ese sistema de gobierno, en el cual no hay dictadores, ni reyes, ni partidos autoritarios, sino tan sólo el pueblo tiene derecho de gobernar sobre sí mismo.
Nuestro país está en decadencia, y mientras más nos tardemos, más difícil será acercarnos a nuestro ideal.
¡Candidaturas Ciudadanas YA!
¡Ni PRI, Ni PAN, Ni PRD!
Página del Frente Ciudadano Contra la Partidocracia: http://mexicovspartidocracia.wordpress.com/
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